domingo, 31 de mayo de 2009

my way



Toda esta maldita cosa de sobrellevar (y sobrevivir) al desencanto no hacían más que darle a la vida de Nati un aura de ensoñación perversa donde, entre humo y poca luz, navegaban la mayoría de noches sus extremas vivencias-socorristas que la rescataban a tiempo de su más reciente (y definitiva?) ruptura amorosa. Las aguas solían ser océanos de vodka con tónica. Aguas movidas con tormentas. Todos lo sabíamos, el plan era simple; cómo hacer para cruzarnos en su camino. Afortunados malditos los que pretendíamos ponerla a tono para recibir algún gozo que representara para ella una forma de venganza. Testimonios reales afirmaban lo placentero que podía ser enredarse con una chica con el temperamento de Natalia, despechada y ofendida, amarga como un bolero cantinero, queriendo cobrarse en cada cogida esa deslealtad que caracteriza, en sus palabras, a todos los hombres del planeta, entre ellos al ex en cuestión.
Nati, No-amor, y brinda. Y quién sabe, muy dentro de ella, sus hormonas aplauden toda esa hambrienta necesidad de aventuras de una noche. Revancha en hilo dental. Y brinda, Nati.
Cuidadosamente hice un trazo cuyo recorrido me ponía en su camino. Esa noche pensé, ahora me toca. Finalmente, soy hombre.

A veces me resulta más claro tener una idea del tiempo registrando cosas como besos, copas, relaciones o charlas. Hechos puntuales me sitúan en un momento en particular.
No importa cómo ella aceptó mi compañía. Alguna vez nos vimos en la barra, o nos tocamos bailando. Nati siempre tenía aquellos viajes con muchos invitados, pero sólo uno se quedaba con ella. Recuerdo su vestido corto, su baile a ojos cerrados, su jugueteo con los hielos, su habilidad para que todos la conozcan y para conocer así a todos. Queda claro que una chica así nunca puede ser tuya, pero comprendí por nuestra charla siguiente en la sala de mi departamento que no era cuento, ella en verdad una vez fue de alguien, enterita y plena. Cruza las piernas. Fuma. Al decirlo, noté como sus ojos la hicieron viajar por la periferia de su corazón quebrado. Le estaba crujiendo el alma. Luego, pidió otra copa y escupió sobre los hombres durante una hora sin parar. Era una chica-cosmo rabiosa y vulnerable, una escolar malandra convecida que somos ratas que jamás se podrían domesticar. Hijos del dolor de las mujeres, formados para no saber amar, menos aún cuando somos amados. Homicidas emocionales sin respeto ni moral. Encantadores, letales, brutos, majestuosos aparatejos de los que toda mujer se debe cuidar si conduce sobre uno, para poder cambiarlo a tiempo por el modelo del año antes que todo falle y se estrelle para finalmente morir por él. Mmmmmffff...hombres- decía saboreando su rabia- el más vil animal .
Cuando hizo silencio, volvió la mirada hacia mi con ojos húmedos, una mirada regada con dolorosas aguas del desengaño. Sólo me quedaba lamentarme de mi mala suerte por esta catarsis fuera de libreto. Miré mi vaso y Nati siguió en silencio mordiéndose los labios, alterada.
Luego me preguntó si me la podía mamar.

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jueves, 21 de mayo de 2009

viejo mancebo



Al fin, tras minutos de contemplar cada detalle de su cara, Fer se animó a darle vuelta a aquel espejo circular de dos lados. Ahora, el sincero e implacable espejo le devolvía una imagen mega ampliada y llena de violentas imperfecciones propias de la edad. Fer nunca se vió tan arrugado, poroso y lleno de irregular pelo germinando en distintos lugares de su cara. Lo peor para un tipo maduro como él no era descubrir aquellas grietas y desagradables detalles de su rostro ampliado, sino atreverse a dar unos pasos hacia atrás para contemplarse entero, en toda su desnudez.

Fer nunca quiso creer en eso de la crisis de la madurez, sin embargo en ese instante algo explotaba dentro de él.
Había dejado hace tiempo el saludable y placentero vicio de la masturbación, el mañanero repentino, cuando los hijos y el cansancio se llevaron la pasión matutina con la que arremetía a su compañera, subrayando en cada embiste toda su masculinidad entregada al amor/pasión, desterrada luego por el llamado amor-heróico, patéticamente condimentado con estress, flojera, problemas laborales, económicos, familiares y en consecuencia sexuales, los mismos que entendía en un comienzo podrían convertirse en preocupación, luego en tragedia, después en asunto pendiente y finalmente en indiferencia total. Fer sabía que tras tantos años las prioridades en un núcleo familiar suelen ser batallas muy distintas en el día a día y que ahora él estaba muy lejos de sus años como cazador nómade de piel firme, conversación avispada, mirada efervescente y sobre todo seguridad en sí mismo.
Retrocedió pálido al pensar en eso.
Sobre la papada de barba tupida salpicada de platino se expandía un pecho del que colgaban dos tetillas también cubiertas de pelo, parecidas a un par de desabridas ubres apuntando cada una hacia extremos diametralmente opuestos. Más abajo, una panza prominente. Más pelo. Ausencia de cintura y al centro, reposando en la sombra un sexo flácido como un guerrero que pasó del reposo tras la victoria a un símbolo de la jubilación y ausencia de vida. Finalmente tras ese epicentro ovalado que era su vientre, dos arqueadas piernas flacas soportaban todo su ser. Para rematar el cuadro, pies callosos de uñas gruesas y largas, como de dragón envejecido.
Suspiró y resignado decidió abrir la puerta para salir del baño.
Lo sorprendió una intensa luz, a diferencia de la oscuridad que esperaba tener y que sabía por acuerdo se respetaría en un momento tan especial como el que le tocaba compartir una noche más. El pánico se apoderó de él. Se sintió penosamente desnudo, vulnerable, indefenso.
Pero eso duró muy poco, una vez que reconoció la voz familiar de siempre que le decía - sigues siendo el hombre maravilloso y sensual del cuál me enamoré hace tantos años.

Al día siguiente en la oficina, Fer sonreía feliz. Recordó además algo que oyó decir a Julian Kay, personaje caracterizado por Richard Gere en la película American Gigoló de 1980 - pase lo que pase, hagas lo que hagas, ten siempre tensa la quijada. Y siguió sonriendo.

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domingo, 10 de mayo de 2009

UN COMERCIAL... Y REGRESO


Zapatos vagabundos.
Aire, amor y vida.
Tiempo suspendido.
Pausa que refresca.
Corte comercial.

Algunos lo llaman
vacaciones.
Mi momento llegó.


Nos vemos a mi vuelta.

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Pd: mientras, te puedes entretener leyendo hacia atrás.
Revisa los cajones con toda confianza. Si te gusta, vuelve por más.
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miércoles, 6 de mayo de 2009

un parpadeo


Cae el fin de la tarde y el parque se despide de sus sombras. Se alejan los niños de manos diminutas que persiguen a otros niños de manos diminutas. Gritan, vuelan, se apartan de este mundo. Se ven tan Johnson que no saben en qué planeta van a vivir.
Pienso fragmentadamente en desordendos chapters. La publicidad y sus marcas (no, no es al revés) me rodea, me seduce. Hay tránsito vivo que depende del aire viciado. Los estudiantes se ven muy wiki. Repaso: Lima cosmopolita con sus visitantes famosos, su economía sonriente, su sobredosis de consumo, sus blogstar's. Las chicas lucen ahora mejores zapatos, lo cual es bueno. Sus sentimientos se vuelven más complejos, lo cual puede no ser tan bueno. Todos queriendo ser artistas (me incluyo avergonzado), todos viviendo en síntesis, comunicándonos en 140 caracteres. LOL.
Sale Mozzer y entra por mis oídos Leonard Cohen . Estoy conectado por un par de auriculares blancos en cuyas venas viaja información que hará correr mi sangre más rápido los siguientes minutos de mi vida. Me pregunto si mi cuerpo en este momento está siendo atravesado por ondas y contenidos que dicen que Susan Boyle ya es una diosa. Información versus tiempo en la carrera por quién va primero, (el mismo juego de niños del simple postulado gánale-al-otro). Por un momento imagino una generación de chicos que nacen sin huella dactilar en el índice por todos los clicks necesarios en el mouse para que sus padres pudieran articular eternas charlas on-line, igual que los padres de sus padres, que forjaron una generación de chicos con la misma identidad. Me da frío. Buena señal, estoy vivo. Vibra el cel que nunca quise. Me permite saber quién es. Me da el poder de elegir, pero finalmente es una farsa; no tengo poder alguno. Nadie lo tiene, pero parece. Oscurece y se siente bien. La gente apura el paso porque llevan en su adn un código que les dice que oscuro es malo. Quizás vayan a casa a ver tele y alimentarse de sus ondas sin parpadear. Si miras lo que ocurre en tu casa a través de un marco de cartón o madera sabrás a qué me refiero ( y de pasada tendrás tu propio reality sin cortes comerciales, sino con la publicidad dentro).
Creo que la tv hace engordar. Creo que internet hace engordar. En un país como este quizás ser gordo sea bueno, pero yo solo he conocido gente interesante que no pasa los 78 kilos. El consuelo es que es tendencia de masas, para los que somos la masa. Escuché por ahí decir que por las redes sociales hemos vuelto al viejo concepto de manada, a vivir en grupos virtuales con rasgos comunes. Nada más falso, amamos más que nunca estar solos, cosa que reafirmamos cada vez que que nos conectamos a una compu y comemos menos tierra. Y ahora me toca dejar esta banca e irme a casa para hacer exactamente lo mismo.
A veces extraño los apagones. Solíamos estar unidos y conversábamos más.

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