
50 metros separaban a G del suelo.
Sin notarlo había acumulado en los últimos años la suficiente carga vivencial para no tener dudas ni miedos. Estaba convencido que aquella energía bastaba para dar el gran paso hacia la más sublime sensación de paz y libertad que el hombre jamás haya anhelado. G tenía claro que no se trataba siquiera del placer como un motor vital aquello que nos hacía levantarnos de la cama, comunicarnos, relacionarnos, amar, competir, crecer, reproducirnos. Había algo más elemental y primario. G lo llamaba
nuestra necesidad de entretenimiento. Básicamente necesitamos "estar haciendo cosas" que nos quiten el aburrimiento mientras corren los días. Así, desde leer, hasta formar una familia, se convertía elementalmente en productos de nuestra necesidad de estar entretenidos con algo. No importa si es placentero, doloroso, alegre o triste. Se trata de burlar el paso del tiempo que la vida necesita para no sentirla pasar e inevitablemente morirse de aburrimiento. G estaba inmerso en su dorado pantano de nihilismo y al haber comprendido por primera vez todo, estaba convencido que este gran paso cerraría su capítulo para siempre antes de llegar aún mucho más lejos.
G había logrado lo que a los ojos de los demás un hombre afortunado podría hacer en una vida; el éxito le sonreía, tenía una familia ideal, un fraterno grupo de amigos, dinero, poder, salud.
Aquella mañana, la mayoría de las personas importantes para él estaban con los pies el la tierra mirando hacia el cielo a un G a punto de dar el gran paso y trascender la barrera que separa a los hombres que sólo alcanzan tener una vida doméstica, cotidiana y banal de aquellos que buscan liberarse de ese vacío que hace que creas tenerlo todo, cuando en verdad no tienes nada.
Así fue que todos despidieron a G en su viaje desde la tierra hacia el infinito, comprendiendo que su decisión obedecía a la eterna búsqueda no resuelta del hombre : la verdadera libertad.
Entonces G les dedicó a los presentes una mirada cálida desde lo alto para luego cerrar los ojos. Estiró los brazos, dio un paso hacia adelante y voló.
Mientras familiares, amigos y conocidos lo observaban emocionados alejarse sobre las nubes, la voz de su primogénito rompió el silencio del momento diciendo -
cuando sea grande quiero ser como papá....